Dermis ajada del sufrir temprano,
hierático grito de dolor callado,
gimes por dentro…
con la claustrofobia de los mansos.
Mas… tu sombra desgarrada de silencios,
pregunta al viento el porqué del hambre.
Crujen tus huesos,
exorcizando contubernios
en la batalla diaria por llevar sustento,
a los hijos tristes clamando y pidiendo.
La miseria injusta te muerde en el pecho,
luchando batallas y juegos siniestros,
por magras monedas que surte el ingenio.
Mendiga del tiempo, mujer de la calle,
en todas las muertes, transitas constante.
Sin prisa y sin pausa te bebes los miedos,
Ocultas tu mundo de sucios secretos.
Tu honor en jirones troncharon de niña;
hoy… trocas tu orgullo por saciar las crías.
Magui Montero